Extraño diálogo en Chiapas

-Buenas ¿cómo te iaaamas?
-Renato, pero no me venga con el chiste ese que es bastante viejo señor.
-Qué carrito más chingón, ¿de dónde vienes tu?
-Yo vengo de lejos, de la Argentina. No quiero mandarme la parte caballero, pero sepa usted que soy un cajcajo bastante valiente, honrado y argentino.
-Ah eres argentino, pues yo admiro a un héroe argentino. Luchador aguerrido, con mirada profunda y barba. De seguro lo conoces, su nombre comienza con la letra CH.
-No joda muchacho, ¡cómo no lo voy a conocer! el incomparable, el afamado, el inefable Checho Batista. Luchador si los hay y cómo no lo van a conocer acá en Mexico ¡poramordedió!
-No, no me refiero a él, pero puede contarme. Pienso que por el apellido podría ser un "partisano".
-No, no, era bastante limpio, yo nunca supe que partiera a nadie. Claro, jugaba en el medio, a veces uno tiene que poner la pata dura y raspar un cacho, pero nada de partir a nadie Che!
-A él mismo me refiero.
-Ah, lindo cuando la gente se entiende.
-¿Y usted qué hace joven? lo veo muy abrigado, esta bien que esta ciudad es un poco fria pero ¿no habrá exagerado? Mire le voy a ser franco, no lo conozco pero me cae bien, me llama la atención su pilcha, ese pasamontañas que usa, ¿qué es fumigador o algo por el estilo?
-No, soy subcomandante.
-Ah si, algo senti que decían, pero hace mucho que lo es, nunca más lo van a ascender ¡Le tienen congelado el ascenso Don Subco!
-No es asi, yo soy Zapatista.
-Ah ¿de verdad? Qué alegría verlo porque me viene fenómeno. Si usted es zapatista seguro que puede revisarme la rueda derecha. Es que me quedo frenado y el disco se calienta. Mire, yo veo que usted fuma en pipa, entonces sería dificil, pero si se le diera por el cigarro hubiera podido encenderlo con aquel disco rojo cereza naciente ¡Disco rojo, indigno e insurrecto!
-Oye Renato, si es rojo e insurrecto no creo que sea indigno.
-No venga con palabrerío Don Subco, me parece que usted es medio poeta, por no decir chamuyero.
-Tengo un par de libros escritos.
-¿Sobre mecánica?
-Y... la mecánica de la explotación.
-Si, motor a explosión. O acaso ve que tengo dos bueyes acá adelante. ¿Va a arreglar el freno o no? porque los tarambanas no saben nada. Y ya se los tuve que nombrar, mire que veníamos bien. Bueno son dos que vienen conmigo, buenos chicos, yo en el fondo los quiero, pero me hacen rabiar un poco. Pero, ¿qué  hago hablando de ellos? ¿Va arreglar el freno?
-Mira Renato, yo no soy ese tipo de Zapatista que tu piensas. Pero lo del freno son los vástagos, dile a los tarambanas que los saquen y los engrasen, que no sean abandonados.
-Buena idea, pero hay un tema, yo no puedo hablar con ellos, yo soy un cajacajo no es posible para mi hablar con homo sapiens. Salvo con usted, todavía no puedo salir del asombro. ¡Qué será que puede comunicarse con todos?
-Hace mucho que trato de comunicarme con el mundo entero, aprendí a llevar mi mensaje pues.
-Bueno, se ve que es buen tipo, hágame dos favores. El primero, deje de fumar esa pipa que le hace mal y le mancha los dientes, además de llenarle de olor el pasamontañas; y el segundo, ya que es zapatista, pinte con el dedo en el parabrisas las instrucciones para el tarambana. Sea bueno, yo no tengo dinero para pagarle, pero algun dia quizás venga a Buenos Aires. Mire le voy a confesar algo, allá en Argentina, en una de esas, hagan falta muchos Zapatistas como usted. Vaya y cuidese del frio, ¡qué tenga suerte!