jueves, 25 de febrero de 2010

Volviendo al pago

¡Epa! ¡Gilunes! ¿y qué pasa ahora? Acá estoy presente, firme como rulo de estatua. Mañana estoy en Buenos Aires, mañana me despido de mis grandes compañeros de viaje y travesía por altamar. No fue joda, estuve un mes y pico en ese barco insurrecto e irrespetuoso. ¡Bah! todavía estoy, pero ya pude divisar la majestuosidad de los edificios de Catalinas y a Doña Cata que es la mamá de un piquetero que acampa en la 9 de Julio porque no tiene laburo. ¿Cómo estarás Buenos Aires? ¿Seguirás con esas mismas paradojas de siempre o encontraré algo alegremente novedoso? Quién sabe che, qué le espera a este cajcajo viajero (no viejero) consumado.
Y ya me asalta la traumática curiosidad acerca de esos dos, que ya saben me tienen harto, pero ¿cómo estarán los perejiles? ¿estarán un poco menos sucios? Me imagino que a esta altura deben andar laburando como Dios Manda y que habrán traido regalos ¡Estos tarambanas agarrados y mal agradecidos!
Y ustedes mis lectores, me creyeron mudo y perdido, no, solamente dormido y relajado, la vida continúa y yo no tengo computadora de abordo asique... las memorias que las escriba otro. Yo me hice camino al andar y me haré calle aqui, de local, que este cajcajo criollo tiene chapa para rato.
Nos vemos pronto, mañana atraca el barco en Zarate, ya veremos qué sucede en el Paraná de las Palmas.